martes, 18 de noviembre de 2008

La dinastía Polizzotto

Lo que sigue lo soñé de la noche del 12 a la mañana del 13 de noviembre.

Estamos jugando al fútbol, pero la cancha no es la de Edeba. Es una cancha techada con piso de baldosas, algunas de las cuales están sueltas. En una jugada, un rival quiere gambetear hacia el medio, casi en la mitad, la pelota se le va larga y yo corto rematando rasante al arco, y metiéndola abajo a la izquierda del arquero. Golazo. Sin detener la carrera con la que venía, salgo de la cancha y empiezo el regreso a casa cuando veo en la otra esquina a los Polizzotto, esperando el colectivo. Me acerco y saludo. Primero a Poli, después al peladito ese que venía antes a vernos (que también es hermano de ellos en el sueño) y después a Agustín. Cuando lo estoy saludando al más chico, viene el colectivo y los dos mayores se suben y se van. Agustín solloza, que no puede volverse solo a la casa, así que lo acompaño. De repente estamos sentados atrás de un auto chiquito (¿un Volvo?). Una pareja de unos 30 años nos llevan después de que, aparentemente, hiciéramos dedo. Nos cuentan cosas pero no me acuerdo qué. Estamos andando en medio de un bosque, como en el que mataron a Adriana La Cerva en Los Soprano. Nos bajamos y caminamos brevemente por el bosque. Llegamos como a un feudo, como un barrio privado de look medieval, con varios castillos. El sueño empezó de noche y ya es de día. Agustín me cuenta que el padre es un vago, que no hace nada. Yo pienso que algo debe hacer, porque él va a colegio privado. Cuando entramos, hablo con alguien que parece ser un jardinero. Me dice que el padre y la madre de Poli tuvieron 4 hijos varones (Poli, Agustín, el Peladito y Santiago), la madre además tiene 2 hijos con otro hombre y el padre tiene otros 7 hijos con otras mujeres. Además, me dice que el castillo de ellos, es el séptimo, el último. Agustín se quedó dormido. Lo alzo y lo llevo hasta el séptimo castillo. Me atiende el mayordomo. Un tipo muy viejo. Parecido al Alfred de la serie de Batman del 66. Estamos en una especie de living comedor. Las paredes son blancas con zócalos de piedra gris; hay una escalera angosta, también de piedra gris; una mesa de madera con sillas y un busto como el que ocultaba el botón de la Baticueva en la serie del 66. En ese momento suena la alarma. Son las 7.30. La corro hasta las 7.45 y sigo durmiendo.

Francisco Casserly

2 comentarios:

Unknown dijo...

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Anónimo dijo...

Tenes que dejar el porrro fran